El traqueteo del tren acompasaba la lectura del libro que sostenía entre mis manos, una señora oronda iba sentada a mi lado y hacia que la postura en la que estaba tratando de leer resultase un tanto inverosímil, así iba transcurriendo el tramo León-Valladolid con el sol a punto de ponerse.
Arquitectura Móvil es quizás el principal escrito de Yona Friedman, y quizás unos de los más estimulantes que haya leído. Sus atractivos dibujos, de una sencillez impresionante colaboran activamente en las nuevas ideas que nos propone el extraño francés. La separación del terreno de la propiedad privada que pasaría a ser cíclica y la reutilización de los terrenos liberados por las enormes estructuras que habitan el cielo ponen de manifiesto una actitud soñadora y revolucionaria, que anticipaba en los convulsos años setenta el ejemplo que voy a exponer a continuación:
China, como lugar actual de respuesta a unas nuevas necesidades de la arquitectura, se manifiesta tal vez como el país propicio a la experimentación de actuaciones a descomunal escala a las cuales ya estaba acostumbrada la milenaria civilización.
Esta superestructura viene referida extensamente en el numero 34 de AV proyectos, necesita de gran tiempo para apreciar todos los detalles del descomunal edificio, pero lo que me lleva a escribir sobre ella es la relación con el escrito de Friedman, que nos hablaba de masificadas sociedades ávidas de tan descomunales formas de arquitectura, elevadas, potenciando el uso del suelo liberado y recortando el perfil del cielo. Quizás estemos más cerca de ese tipo de forma de habitar y sean los millones de chinos sus precursores, acercándose irremediablemente a las tesis de Friedman.
La mujer oronda desparece con agilidad asombrosa y puedo asomarme desde su ventanilla, intuyendo la catedral del reino recortando el oscuro cielo...
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