MONSIEUR TATI



Aprovechando el ciclo de cine de Jacques Tati, en la fundación Caja España en León, me gustaría aprovechar para escribir acerca de este curioso personaje: actor, director, guionista, exitoso jugador de rugby... que supo identificar con suficiente antelación la que se nos venía encima con la herencia de la arquitectura moderna. Me declaro apasionado de sus películas, y a pesar de el perfil de autentico bonachón de este peculiar francés (de adopción pues creo que era húngaro) las películas tiene ese punto de mala ostia que te hace darte cuenta de que a veces los arquitectos pensamos solo como lo que somos , arquitectos. Los gags que ocupan sus películas me hicieron plantearme cosas que daba por sentadas según iba estudiando a los grandes maestros modernos, formas de pensar como sería un futuro salón o como se podría componer un alzado. Solo dos referencias a sus películas la grandiosa escena del restaurante en Playtime, que es una verdadera declaración de intenciones en torno a la modernidad (cuanto se abusa de esta palabra) y la forma de recorrer el jardín de los Arpel en la película de Mon Oncle. ¡Grandioso Tati!


3 comentarios:

  1. En relación a la película “Mon oncle” de Jacques Tati, lanzo la siguiente reflexión como ejemplo que refuerza el argumento crítico del film: supongo que habréis observado que, en ocasiones, en parques, plazas y espacios de ese tipo, aparece con el tiempo un nuevo camino sobre el césped. Se trata de un camino que el arquitecto no proyectó, (no tuvo en cuenta) pero que la gente ha ido conformando a base de hacer siempre el mismo trayecto sobre el césped, pisándolo, simplemente porque es la forma más rápida de cruzarlo y llegar al destino. Lo mismo ocurre con los setos de boj de algunas avenidas y parques que acaban con huecos, interrumpidos por una fuerza mayor: la lógica funcional de los usuarios. El arquitecto debe tener en cuenta estas situaciones y no ceñirse a un plan formalista carente de funcionalismo.

    El absurdo recorrido del jardín de la familia Arpel, el ritual del encendido de la fuente, el funcionamiento de la cocina, la fábrica de plásticos…son entre muchos otros, ejemplos de un “formalismo porque sí” y una impersonalización bestial del espacio construido que somete al habitante, y que son objeto de crítica en la película de Tati.

    Por si estáis interesados en el tema, Iñaki Ábalos reflexiona obre este y otros temas, en su libro “La buena vida”.

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  2. Pues si , relei la buena vida ademas mientras estaban estas proyecciones en Leon. Es curioso como a veces se puede aprender mas sobre arquitectura de campos distintos a esta como el cine, la fotografia... quizas es por que nos nublamos pensando como arquitecto y descuidamos totalmente la de usuario. Como escribe De la Sota, el mejor edificio es el que no se nota, !ahi quedo eso¡

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  3. Me recuerda a otra frase de Luis Peña Ganchegui: la rebeldía que no se nota es una forma de elegancia.
    ...Ah, por cierto, veo que habéis resuelto el problema de la negrita en el enlace del título!

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